La dictadura de Juan Vicente Gómez.

El 23 de mayo de 1899, Cipriano Castro se alzará en armas en tierras del Táchira, con el propósito de tomar Caracas y establecer un gobierno que luego bautizaría como Liberal Restaurador. Juan Vicente Gómez lo acompaña en esta nueva expedición militar, pero ya con el grado de general y como segundo jefe expedicionario. Finalmente, Castro y su Revolución Liberal Restauradora entran triunfantes en Caracas el 22 de octubre de 1899, dando con esto inicio a la larga hegemonía de los andinos en el poder.

A comienzos de diciembre de 1899 Juan Vicente Gómez es designado gobernador del Distrito Federal en sustitución del general Julio Sarría Hurtado, cargo en el que permanece 2 meses, siendo sustituido por el general Emilio Fernández.

Dos años después se reúne en Caracas la Asamblea Nacional Constituyente, que en febrero de 1901 sanciona una nueva Constitución, resultando Cipriano Castro presidente de la República, el general Ramón Ayala, primer Vicepresidente y el general Juan Vicente Gómez, segundo vicepresidente. Uno de los más importante conflictos que tuvo que enfrentar Cipriano Castro una vez en el poder, fue el estallido de la Revolución Libertadora, que lograría congregar un ejército de 16.000 hombres, siendo organizada y financiada, con apoyo económico de la New York and Bermúdez Company, por el banquero Manuel Antonio Matos y por diversos caudillos regionales.

En esta difícil situación política, Castro decide nombrar el 20 de diciembre del mismo año a Juan Vicente Gómez con el grado de general de división, por lo que recaía en éste último la responsabilidad de combatir y derrotar, lo que según muchos historiadores fue la empresa revolucionaria más poderosa desde los días de la Guerra Federal (1859-1863).

En su rol de jefe militar defensor del gobierno de Cipriano Castro, Juan Vicente Gómez fue derrotando a los distintos caudillos regionales tales como Luciano Mendoza, Antonio Fernández, Luis Loreto Lima (quien muere a causa de las heridas sufridas en uno de los enfrentamientos), regresando a Caracas el 26 de febrero de 1902, tras 65 días de campaña.

Meses después, el 5 de julio de 1902 el presidente Castro encarga de la presidencia de la República a Gómez (quien había resultado herido en una pierna, meses antes) decidiendo por su parte marchar al Oriente, al frente de una expedición militar que tenía como objetivo destruir la revolución en sus propios campamentos.

Una vez recuperado, Gómez tiene una participación decisiva en la liquidación de las fuerzas revolucionarias, primero con la toma de Barquisimeto, el 23 de mayo de 1903 y luego en el combate de Matapalo, ocurrido el 3 de junio, donde se destruyen los ejércitos rebeldes de Occidente. Finalmente, el 21 de julio después de 50 horas de lucha, venció al último bastión de la Revolución Libertadora, tras vencer a Nicolás Rolando; poniendo con esto fin a las guerras civiles en Venezuela.

Gómez el pacificador de Venezuela

El retorno de Juan Vicente Gómez-nombrado como el Pacificador de Venezuela por el propio Cipriano Castro a Caracas en medio de aclamaciones y arcos de triunfo, determinó el comienzo de la desconfianza entre Castro y Gómez y la división de los integrantes del gobierno de la restauración liberal en «castristas» y «gomecistas». Evidencia de esta ruptura entre ambos líderes, lo encontramos en el episodio conocido como «La Aclamación», en el que las intrigas desatadas por las camarillas que rodeaban a Castro (ratificado como Presidente de la República para el período 1905-1911 por el Congreso Nacional) y Gómez (Vicepresidente de la República para el período 1905-1911), son cada vez más graves, hasta que el 9 de abril de 1906, Castro se dirige al país para anunciar su retiro temporal de la presidencia de la República; buscando con esta maniobra comprobar si eran ciertas las noticias acerca de la conspiración de Gómez y medir su popularidad. El retiro voluntario de Castro finaliza cuando delegaciones de todo el país se dirigen a la ciudad de La Victoria, donde se había instalado el mismo, para pedirle que regresara a la presidencia, lo que en efecto hizo el 5 de julio de 1906.

No obstante, al poco tiempo de su vuelta al poder, comienzan a circular a mediados de 1906, noticias acerca de los quebrantos de su salud, lo que desata ante su posible muerte los temores entre la camarilla castrista de que Gómez se convirtiera en su sucesor. En este evento conocido como «La Conjura», los círculos cercanos a Castro amenazan la vida de Gómez, quien en múltiples ocasiones tuvo que cambiar de residencia. Por tal motivo, durante los años 1906 y 1907 permanece la mayor parte del tiempo en Maracay, alejado de toda actividad oficial, pese a ser el primer vicepresidente de la República.

El restablecimiento de la salud por parte de Castro significa el final de la «La Conjura», al darse cuenta éste de que sus ministros habían ya escogido a su sucesor, Francisco Linares Alcántara; lo que trae como consecuencia, que Castro margine de su lado a los conspiradores y que Gómez recupere su completa confianza.

El Golpe contra Cipriano Castro

Al poco tiempo de superado el episodio de «La Conjura», la salud de Castro volvió a resentirse, por lo que se vio obligado a viajar a Berlín para someterse a una operación quirúrgica. El 23 de noviembre de 1908, Castro se separa del poder y pasa Gómez a desempeñar la presidencia en su condición de primer vicepresidente.

Al día siguiente se embarca Castro en el buque Guadalupe, rumbo a Europa. La ocasión del viaje de Castro al exterior fue visto como una ocasión propicia para organizar un nuevo movimiento revolucionario por parte de los jefes del liberalismo amarillo y del nacionalismo en el destierro, quienes contaban una vez más con el apoyo de las potencias extranjeras (Estados Unidos de Norteamérica, Francia y Holanda), las cuales habían roto relaciones diplomáticas con Venezuela. Bajo estas circunstancias, Gómez obtiene el poder suficiente para organizar un golpe de Estado y sustituir de manera definitiva a Castro en el ejercicio del poder.

Una vez derrocado Castro, Gómez inicia su gestión concediendo la libertad a los presos políticos e invitando a quienes permanecían en el exilio a regresar al país; además restaura la libertad de prensa, pero se niega a disolver el Congreso y a convocar a una Asamblea Nacional Constituyente, tal como lo reclamaba todo el país.

El 5 de agosto de 1909, el Congreso Nacional aprueba una reforma constitucional que reduce el período presidencial a 4 años y se establece un período provisional hasta el 19 de abril de 1910, fecha en que debía entrar en vigencia la reforma. En definitiva, Gómez es elegido el 11 de agosto presidente provisional de la República y el 25 de abril de 1910, es elevado por el Congreso al rango de general en jefe de los ejércitos venezolanos.

El 27 de abril, las cámaras legislativas lo eligen presidente constitucional de Venezuela para el período 1910-1914, pero en 1913 Gómez decide continuar en el ejercicio del poder, creando con esa determinación, la primera crisis en el seno de su gobierno. Finalmente, la conflictiva situación es resuelta una vez que Gómez declara suspendido el proceso electoral, alegando como pretexto una supuesta invasión por parte de Castro, por las costas de Falcón. Ante tal situación, Gómez se declara en campaña y se instala en Maracay, mientras que José Gil Fortoul, presidente del nuevo Consejo de Gobierno, ocupa la presidencia de la República.

Luego de estos acontecimientos, el 14 de abril de 1914 un Congreso Nacional de Plenipotenciarios resuelve designar a Juan Vicente Gómez presidente provisional de la República y comandante en jefe del Ejército. Posteriormente, este mismo grupo de plenipotenciarios redactaron un Estatuto Constitucional provisional que regiría hasta que fuera promulgada una nueva Carta Magna (la cual fue aprobada en junio de 1914), designándose a Victorino Márquez Bustillos como presidente de la República y a Juan Vicente Gómez como comandante en jefe del Ejército.

El 3 de mayo de 1915, el Congreso Nacional eligió al general Juan Vicente Gómez, presidente constitucional para el Septenio 1915-1921. No obstante, Gómez permaneció el mayor tiempo en Maracay, mientras que Victorino Márquez Bustillos, se encargó del poder en su rol de presidente provisional por espacio de 6 años.

En diciembre de 1921 una retención de orina lleva a Gómez al umbral de la muerte pero gracias a la intervención del doctor Alberto Bueno, logra recuperarse. Una vez restablecido, Gómez promueve una reforma constitucional que aprueba el Congreso mediante la cual se restablecieron los cargos de vicepresidentes de la República, eliminados por la Constitución de 1914, se mantuvo el período presidencial de 7 años, se eliminó la Comandancia en Jefe del Ejército para regresar su comando al presidente de la República y permitió su reelección para el período 1922-1929.

El 30 de junio de 1923 es asesinado en su dormitorio en el Palacio de Miraflores el primer vicepresidente Juan Crisóstomo Gómez y mientras el Gobierno señala a los exiliados como autores intelectuales del crimen, las versiones populares lo explican como producto de intrigas y rivalidades en el seno de la familia de Gómez. En 1928, con el pretexto de un carnaval estudiantil hace acto de presencia en la vida nacional un nuevo grupo de políticos conocidos como «Generación del 28», los cuales van a representar una oposición distinta al gomecismo, es decir, diferente a las tesis y propuestas mantenidas por los liberales y conservadores. El 7 de abril de 1928, se sublevan 2 cuarteles en Caracas y se pone en marcha una conspiración militar en la que participan algunos líderes universitarios, que sin embargo es controlada por el gobierno.

Los años finales de Gómez

En la etapa 1928-1935, Gómez decretó la creación del Banco Obrero y del Banco Agrícola y Pecuario y promulgó la primera Ley del Trabajo. El 7 de julio de 1931 prestó por última vez su juramento como presidente de la República, en lo que será su lustro final en el poder. En términos generales, durante los 27 años que gobernó a Venezuela, no varió en sus costumbres y mantuvo las mismas de su época de hacendado y de guerrero, caracterizadas por la sencillez en sus hábitos, su desconfianza a las camarillas, la relación directa con gente de todas las condiciones sociales y su capacidad para utilizar en su gobierno a las personalidades de mayor prestigio intelectual con que contaba el país. La mayor parte del tiempo vivió sólo, asistido por sus edecanes y gente de confianza. Se puede decir que uno de los factores fundamentales en la consolidación en el poder de Juan Vicente Gómez y quizás su contribución más importante al siglo XX venezolano, fue la creación de un Ejército Nacional, el cual sirvió y ha servido desde entonces como instrumento garantizador de la paz. En tal sentido, Gómez creó por decreto de 1910, la Academia Militar como base de unas Fuerzas Armadas Nacionales, las cuales pondrían término final al sistema de ejércitos personales controlados por los caudillos regionales.

Asimismo, fue dueño de una inmensa fortuna constituida toda en territorio venezolano, evaluada la misma en Bs. 115.000.000 aproximadamente y que en 1936, por decisión confiscatoria del Congreso, pasó en su totalidad al patrimonio nacional. Aunque su acta de defunción señala que murió el 17.12.1935, algunos historiadores señalan que probablemente su deceso ocurrió al día siguiente, pero se adelantó la fecha para hacer coincidir tanto su nacimiento (24.7.1857) como su muerte con la del Libertador.

Durante su dictadura se llevaron a cabo importantes obras públicas. Creó las primeras aerolíneas del país, la Aeropostal y la Fuerza Aérea Venezolana. Encargó construir los primeros aeropuertos venezolanos: Aeropuerto Internacional «Grano de Oro» en Maracaibo, La Fría, Encontrados, Base Sucre (hoy, Aeropuerto Nacional Florencio Gómez en Maracay, estado Aragua), la Base Aérea Meteorológica Aragua (cuna y nacimiento de la aviación venezolana, posteriormente transformado en el Museo Aeronáutico), Porlamar (hoy, sede de la policía del municipio y sustituido por Aeropuerto Internacional Del Caribe), Aeropuerto Internacional Leonardo Chirinos en Coro, Aeropuerto Internacional San Antonio del Táchira, Aeropuerto Alberto Carnevalli en Mérida. Asimismo, se construyeron puentes, edificios de aduanas (como la Aduana Principal Terrestre de San Antonio del Táchira), las primeras terminales de pasajeros de líneas de autobuses extraurbanas y, con ello, se creó la primera línea de autobuses extraurbanos llamada Aerobuses de Venezuela o Aeropostal Buses de Venezuela. Se construyó también la famosa Carretera Trasandina, ruta que comenzaba en Las Adjuntas y finalizaba en la Aduana Principal Terrestre de San Antonio del Táchira.

Además, Gómez modernizó, profesionalizó e institucionalizó a las Fuerzas Armadas como la organización que es hoy en día.

A pesar de ser un dictador, su gobierno siempre pretendió mantener una fachada constitucional y democrática, valiéndose de cortas presidencias títeres como las de Victorino Márquez Bustillos y Juan Bautista Pérez, y de sucesivas enmiendas a la constitución que le permitían quedarse en el poder directa o indirectamente y controlar la administración del país a su antojo.

El general Gómez sentía un apego muy especial por la ciudad de Maracay, en donde prácticamente despachaba su presidencia. Allí construye la Plaza Bolívar, de estilo parisino, y en esa época la ciudad toma el nombre de Ciudad Jardín de Venezuela por sus exuberantes jardines. Otros ejemplos de la arquitectura gomecista son la Plaza de Toros Maestranza César Girón de Maracay, el Monumento a la Batalla de Carabobo y el Nuevo Circo de Caracas.

Durante 27 años de dictadura colaboró con la oligarquía terrateniente, reformó varias veces la Constitución con el objeto de dar legalidad a su accionar dictatorial, acalló la oposición política, suprimió las libertades de expresión y de prensa, las garantías judiciales, ilegalizó los partidos políticos.

El autoritarismo y la represión en el período de Gómez han pasado a ser paradigmáticos en la historia de Venezuela y en las convenciones historiográficas más generalizadas. Incluso, hay telenovelas muy populares que presentaron su carácter a la vez silencioso y astuto acompañando su exagerado autoritarismo y su indiscutible crueldad.

Hay suficientes testimonios de la época que muestran largos encarcelamientos de opositores del régimen sin que se les hubiera seguido juicio alguno y se les hubiera comprobado la ejecución de un delito. La privación de la libertad iba acompañada de torturas. Varios de los carceleros torturadores del gomecismo parecen haber alcanzado las cotas máximas del sadismo. Las condiciones de detención eran las peores imaginables, hasta el punto que es asombroso que haya habido un número de personas que sobrevivieron a tal tratamiento. La Rotunda fue una de las prisiones famosas por el tratamiento cruel a los prisioneros.

Simbólicamente fue demolida en 1936, a raíz de la muerte de Gómez, y en su lugar se levantó la plaza de la Concordia, en el centro de Caracas. No hay motivos para poner en duda el oprobio de ésa y otras prisiones del gomecismo y el carácter inhumano de la represión bajo Gómez.

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El caudillismo en Venezuela.

La Venezuela post Gomecista.

La dictadura de Marcos Pérez Jiménez.

La democracia durante la cuarta república.

Hugo Chávez y el socialismo del siglo XXI.

Nicolás Maduro y el legado de Hugo Chávez.

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