La satisfacción de restricciones

STEPHEN M. KOSSLYN. Director del Centro de Estudios Avanzados en Ciencias de la Conducta de la Universidad de Stanford; autor de Image and Mind.

El concepto de «satisfacción de restricciones» resulta crucial para entender y perfeccionar las formas en que razonamos y tomamos decisiones los seres humanos.

Una «restricción» es una condición que ha de tenerse en cuenta cada vez que se resuelve un problema o se adopta una decisión, y la «satisfacción de la restricción» es el proceso por el cual se atienden las limitaciones más relevantes. La idea clave consiste en que muy a menudo no existe sino un reducido abanico de fórmulas para satisfacer de manera simultánea la totalidad de un conjunto de restricciones dado.

Por ejemplo, cuando nos mudamos a una nueva casa, mi esposa y yo tuvimos que decidir la disposición de los muebles del dormitorio. Teníamos en la cama un viejo cabezal que estaba tan destartalado que era preciso reclinarlo contra la pared para que se mantuviera en pie. Y al tratar de hallar una posición adecuada para dicho cabezal, esa necesidad se convertía en una restricción. Los demás muebles también tenían sus propias particularidades (o restricciones), todas ellas relacionadas con el lugar en el que resultaba posible colocarlos. Por ceñirme a lo concreto, diré que teníamos dos pequeñas mesillas de noche que tenían que ir situadas a ambos lados del cabezal; una silla que debíamos acomodar en algún punto de la habitación; una lámpara de pie que tenía que estar junto a la silla; y un antiguo sofá al que le faltaba una de las patas traseras y que había que sujetar por tanto con un par de libros —y la cuestión era que queríamos colocar el susodicho mueble de tal manera que la gente no alcanzara a ver el apaño de los libros—. Y lo más notable de todos nuestros ejercicios de diseño de interiores es que logramos constatar que prácticamente siempre sucedía lo siguiente: tan pronto como elegíamos la pared en la que debía ir el cabezal, ¡paf !, la configuración entera de la habitación quedaba fijada. Una vez hecha esa elección, no quedaba ya más que una única pared con la suficiente anchura como para albergar nuestro sofá, lo que a su vez no dejaba más que un único hueco para la silla y la lámpara.

Por regla general, cuanto mayor sea el número de restricciones, menor será la cantidad de fórmulas que alcancen a satisfacerlas todas al mismo tiempo. Y esto es especialmente cierto en el caso de que haya un elevado volumen de restricciones «fuertes». Una restricción fuerte es, por ejemplo, la relacionada con la colocación de las mesillas de noche. Hay muy pocas formas de satisfacer las restricciones de ese tipo. Por el contrario, una restricción «débil», como la de la ubicación de la cabecera de la cama, puede satisfacerse de muchos modos. (Son muchas las posiciones válidas que pueden hallarse, y además las podemos encontrar en diferentes paredes.)

¿Qué ocurre cuando algunas de esas restricciones se revelan incompatibles con otros requerimientos que nos proponemos satisfacer? Imaginemos, por ejemplo, que vivimos lejos de una gasolinera y que por ese motivo decidimos adquirir un automóvil eléctrico. Sin embargo, se da el caso de que ese tipo de vehículos cuestan más de lo que estamos dispuestos a pagar. No todas las restricciones poseen la misma importancia, de modo que podrá afirmarse que hemos alcanzado una solución adecuada si se han conseguido satisfacer «suficientemente bien» las restricciones más importantes. En este caso, y a pesar de que la solución óptima para nuestras necesidades de transporte pueda consistir efectivamente en la compra de un coche eléctrico, podría concluirse que una solución suficientemente buena sería adquirir un vehículo híbrido capaz de hacer un gran número de kilómetros cuando utilice el motor de combustión.

Además, una vez iniciado el proceso de la satisfacción de restricciones, podemos aumentar su eficacia tratando de encontrar nuevos elementos limitantes. Por ejemplo, si lo que tenemos que decidir es qué coche nos conviene comprar, podemos empezar considerando las limitaciones asociadas con a) nuestro presupuesto y b) la intensidad de nuestro deseo de evitar la obligación de tener que acercarnos hasta una estación de servicio. Después, podemos pasar a sopesar las dimensiones que debería tener el vehículo capaz de satisfacer nuestros objetivos, valorar la duración de la garantía que ofrece el fabricante y poner sobre la balanza los aspectos estéticos del coche. Puede que descubramos, por ejemplo, que estamos dispuestos a aceptar ciertos compromisos —como, pongo por caso, el hecho de que al satisfacer determinadas restricciones de manera altamente solvente (relacionadas, digamos, con un bajo consumo de carburante) demos en considerar aceptable una satisfacción más reducida de otros aspectos (como, por ejemplo, la línea general de la carrocería—. No obstante, el mero hecho de incluir un conjunto de restricciones adicionales puede llegar a convertirse en el factor crítico capaz de precipitar la decisión. La satisfacción de restricciones tiende a revelarse omnipresente. Será mejor que pongamos algunos ejemplos:

• Así es como resuelven los detectives los casos que se les encomiendan —ya se trate de Sherlock Holmes o del protagonista de la serie de televisión El Mentalista—, puesto que lo que suelen tratar cada una de las pistas que consiguen como una restricción, procediendo después a acumularlas y a buscar una solución que se revele capaz de satisfacerlas todas.

• Esto es también lo que los servicios de citas románticas se esfuerzan en lograr, dado que se dedican a estudiar las restricciones que aplica o solicita un determinado cliente, para pasar a continuación a identificar las restricciones que la persona interesada, sea hombre o mujer, juzga más relevantes, para averiguar seguidamente cuál de los candidatos incluidos en la base de datos se adecua mejor a las limitaciones vinculadas con la solicitud en cuestión.

• Esto es lo que solemos hacer cuando buscamos un nuevo domicilio en el que instalarnos, puesto que lo normal es sopesar la importancia relativa de las distintas restricciones implicadas, como por ejemplo las dimensiones de la casa, su precio, la situación del edificio y el tipo de vecindario en el que se encuentra.

• Y eso es también lo que sucede al vestirnos por las mañanas, porque tendemos a elegir una ropa que «conjunte bien», tanto por su color como por su estilo.

Si la satisfacción de restricciones es un proceso que se manifiesta en todas partes se debe en parte al hecho de que no requiere la obtención de ninguna solución «perfecta».

Es incumbencia de cada cual decidir qué restricciones merecen juzgarse más relevantes, del mismo modo que la determinación del número de restricciones generales que deberán hallar necesariamente una satisfacción (y la calidad de esta) también será un asunto de índole estrictamente personal. Es más, la satisfacción de restricciones no tiene por qué ser forzosamente lineal, ya que podemos procurarnos una perspectiva general y simultánea de la totalidad de las restricciones que aspiramos a satisfacer para echarlas después todas juntas al puchero mental y dejar que se vayan cociendo y madurando poco a poco. De hecho, no es necesario que esta actividad tenga un carácter consciente. Según parece, lo que solemos llamar «meditar» sobre algo, o «darle vueltas» a un asunto, consiste justamente en embarcarse en un proceso casi inconsciente de satisfacción de restricciones.

Por último, hemos de añadir que buena parte de la creatividad de que hacemos gala los seres humanos brota de este tipo de patrones relacionados con la satisfacción de restricciones.

Son muchas las recetas de cocina novedosas creadas por los grandes cocineros al descubrir que tenían que ceñir el contenido del menú a una gama particularmente reducida de ingredientes —dado que esa circunstancia puede obligarles bien a sustituir los condimentos o las materias primas que echan en falta, bien a inventar desde la base un plato totalmente diferente—. La creatividad también puede manifestarse cuando uno decide modificar, excluir o añadir una determinada restricción.

Einstein realizó uno de sus mayores descubrimientos al comprender que el tiempo no tenía por qué transcurrir con un ritmo constante. Aunque pueda resultar paradójico, hay ocasiones en que el hecho de ir añadiendo restricciones mejora de facto la creatividad —y lo cierto es que si una determinada tarea se revela excesivamente abierta o carente de estructura, puede darse el caso de que esa misma falta de restricciones haga difícil encontrar cualquier tipo de solución.

Si quieres saber más sobre este y otros temas relacionados, te invito a leer los siguientes apuntes:

Las distorsiones cognitivas. Pensamientos irracionales que dan paso a nuestras emociones negativas.

Los modelos mentales. Nuestra manera de ver el mundo. Como gestionarlos.

El sesgo egoísta. Por qué aceptamos más responsabilidad en el éxito que en el fracaso y nos sentimos más autores de las buenas acciones que de las malas.

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